No
son pocas las personas que se quejan por la falta de dinero para llevar a cabo
emprendimientos pendientes; no obstante, la mayoría de estas personas enfocan
sus energías en quejarse y lamentarse por su situación, lo que en realidad no
ayuda en nada para cambiar su estado actual. Estas personas consideran que su
suerte está echada y no existen posibilidades de alterar esta condición. Pensar
de esta manera significa subliminalmente aceptar esta posibilidad y cercenar
cualquier alternativa creativa para revertirlo, lo que a su vez influye en el
estado anímico del individuo, disminuyendo paulatinamente cualquier posibilidad
de despegue.
Así
también, conozco a una cantidad importante de personas con problemas, no por la
falta de dinero; sino más bien por no saber qué hacer con el dinero. Se pasan
quejándose por no lograr identificar la manera más adecuada de invertir el
dinero que poseen; pues, equivocaciones anteriores las volvieron más cautas a
la hora de decidir y saben perfectamente que si lo hacen mal, solo es cuestión
de tiempo para perder todo lo que poseen.
Es
así de simple, no tener dinero es un problema; y tenerlo, también es un
problema.
El
dinero es un bien que con facilidad se diluye cuando no lo administramos
inteligentemente; atención, vuelvo a
repetir: “Administrarlo Inteligentemente”.
En otras palabras, una serie de decisiones equivocadas pueden hacer que una
fortuna simplemente se dilapide en un abrir y cerrar de ojos.
Un
claro ejemplo de lo expresado anteriormente se da en las personas que
accedieron a una cantidad importante de dinero de manera fortuita. Lo primero
que hacen es celebrar la suerte (fiestas y acontecimientos desmedidos), luego
darse los gustos que se encontraban reprimidos por la falta de recursos (compra
de vehículos y enseres para ostentar) y recién después de este disfrute, se
dedican a pensar qué hacer con su dinero (ya en ese momento se encuentran con
menos del 50% de lo que recibieron) quedando fácilmente expuestos a riesgos
innecesarios, pues confían en que la suerte no los abandonarán. En un corto
tiempo, esa “exitosa persona” pasa a engrosar el grupo de ex-adinerados.
Para
evitar una toma de decisiones equivocada con respecto al dinero, comparto tres
sencillas formas para cuidar nuestro dinero:
- Coherencia entre Ingresos y Egresos, esta es una ley infranqueable que debe ser respetada, tus egresos no pueden estar superando constantemente a tus ingresos.
- Disciplina en el Control, sin la existencia de un real control de tus ingresos y egresos no podrás identificar cuáles son los egresos superfluos e innecesarios.
- Adopción de Buenos Hábitos de Compra, la manera más práctica y sencilla de erradicar malos hábitos es revertirlos con buenos hábitos.
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