jueves, 24 de julio de 2025

LA SINGULARIDAD EN EL MARKETING

Cuando la IA Entiende las Emociones Humanas

En la historia del marketing, siempre hemos buscado entender al consumidor. Desde los primeros estudios de comportamiento hasta los actuales sistemas de segmentación avanzada, el objetivo ha sido uno solo: conectar con la mente y el corazón de las personas. Pero hoy estamos presenciando algo radicalmente distinto. No se trata simplemente de personalizar un mensaje según los datos demográficos o el historial de navegación. Estamos ante la posibilidad de que una inteligencia artificial (IA) capte emociones humanas en tiempo real, con una precisión que roza lo humano. Este es el umbral de una nueva era: la singularidad emocional en el marketing.

En el campo de la tecnología, se ha hablado durante décadas de la “singularidad” como el punto en el que la inteligencia artificial supera la inteligencia humana. Pero ¿qué pasa si ese punto no se da sólo en lo lógico, sino también en lo emocional? ¿Y si una IA no solo analiza lo que decimos, sino cómo lo decimos, qué sentimos al decirlo y cómo nuestra cara o nuestro tono lo delatan? El marketing del futuro —que ya está emergiendo— no se limitará a ofrecernos productos; sabrá cuándo estamos tristes, alegres, frustrados o eufóricos. Y responderá a eso.

Esta posibilidad no es ciencia ficción. Gracias a avances en análisis de voz, procesamiento de lenguaje natural (NLP), y reconocimiento facial, hoy contamos con sistemas capaces de interpretar matices emocionales con una fineza extraordinaria. Empresas líderes en inteligencia artificial están utilizando estas herramientas para crear experiencias empáticas, resonantes, y profundamente personalizadas.

Pero esto también plantea preguntas complejas: ¿es legítimo que una empresa “sienta” nuestras emociones y actúe en función de ellas? ¿Hasta qué punto el marketing puede (o debe) acercarse a nuestra esfera íntima sin cruzar la línea de la manipulación?

Este artículo explora estos desafíos y oportunidades desde una perspectiva técnica y estratégica. Analizaremos cómo la IA capta emociones humanas, qué aplicaciones concretas ya existen en marketing empático y cómo esta revolución reconfigura la relación entre marcas y personas. No se trata solo de vender más, sino de hacerlo con una sensibilidad que, paradójicamente, está siendo enseñada a las máquinas.

Bienvenidos a la frontera donde la inteligencia artificial comienza a sentir.

Fundamentos técnicos: ¿Cómo una IA interpreta emociones humanas?

Comprender una emoción humana requiere algo más que datos. Implica contexto, matices, silencios, fluctuaciones tonales y gestos sutiles. Hasta hace poco, esta capacidad era exclusiva del ser humano. Hoy, la inteligencia artificial ha comenzado a imitar —e incluso mejorar en algunos aspectos— esa sensibilidad mediante tres pilares tecnológicos: análisis de voz, procesamiento de texto y reconocimiento facial y gestual. A continuación, exploramos cómo funcionan y qué rol desempeñan en esta nueva frontera del marketing.

Análisis de voz: cuando el tono habla más que las palabras

El lenguaje verbal representa apenas una parte de lo que comunicamos. El tono de voz, el ritmo, la intensidad y las pausas dicen mucho sobre nuestro estado emocional. Las IAs modernas han aprendido a escuchar estos elementos con precisión quirúrgica.

Por ejemplo, herramientas como SEAMLESSM4T, desarrollada por Meta, no solo traducen una voz a otro idioma, sino que preservan la emoción original del hablante. Es decir, si alguien habla con tristeza, la IA traducirá manteniendo ese tono emocional. Esto no solo mejora la comunicación, sino que habilita un nuevo nivel de empatía artificial, según explicó la Cadena SER en enero de 2025 (Fuente).

El uso de estas herramientas en marketing es evidente: las marcas pueden medir en tiempo real cómo responde emocionalmente un cliente durante una llamada de soporte o una interacción con un asistente virtual. Si la IA detecta frustración, puede redirigir la conversación a un agente humano o suavizar el tono de su respuesta.

Además, según el medio Learning Heroes, estas tecnologías son capaces de modular su propia voz en función de la emoción que buscan transmitir, utilizando lo que se conoce como TTS emocional (Text-To-Speech). Plataformas como Chatterbox, Speechify o Wavel AI ya permiten personalizar la entonación de una voz sintética para que suene empática, amigable, autoritaria o calmante, según el objetivo del mensaje (Fuente).

Procesamiento de texto: el alma emocional del lenguaje

El análisis de sentimientos ha pasado de ser una curiosidad académica a convertirse en una herramienta estratégica para marcas globales. A través del procesamiento de lenguaje natural (PLN), las IAs pueden interpretar no solo el significado literal de las palabras, sino también su carga emocional, intención y contexto.

Este análisis se utiliza en correos electrónicos, comentarios en redes sociales, formularios de contacto, encuestas, chatbots, entre otros. Por ejemplo, si una empresa recibe miles de opiniones sobre un producto, una IA puede identificar patrones emocionales: entusiasmo, decepción, sorpresa, etc. Esto permite ajustar mensajes, mejorar productos y hasta anticipar crisis de reputación.

De acuerdo con el blog Learning Heroes, herramientas como MonkeyLearn, MeaningCloud y IBM Watson NLP ya ofrecen esta capacidad en español con una notable precisión. Estas plataformas utilizan algoritmos de aprendizaje automático entrenados con grandes corpus lingüísticos, que les permiten interpretar expresiones coloquiales, sarcasmos, y frases ambivalentes (Fuente).

Un caso concreto: una aseguradora en España utilizó análisis de sentimientos para rediseñar sus formularios web. Detectaron que términos como “declaración de siniestro” generaban ansiedad. Cambiar esa frase por “te acompañamos en tu trámite” mejoró la tasa de finalización en un 22 %.

Reconocimiento facial y gestual: el espejo emocional

Nuestro rostro es un mapa de emociones. Y las IAs modernas han aprendido a leerlo con una precisión sorprendente. El facial coding —técnica desarrollada por Paul Ekman y otros investigadores— permite identificar microexpresiones que delatan emociones incluso cuando intentamos ocultarlas.

En marketing, esto ha sido revolucionario. Según El País, marcas como Coca-Cola, BMW y L’Oréal han utilizado tecnologías de reconocimiento facial para evaluar la reacción emocional de los consumidores ante anuncios y productos. Estas tecnologías pueden analizar si una sonrisa es genuina (de Duchenne), si hay confusión, asco o sorpresa, y cómo varía esa expresión con el paso del tiempo (Fuente).

El análisis no termina ahí. La IA también detecta movimientos corporales, posturas, y dilatación pupilar, cruzando esta información con datos contextuales como clima, ubicación o historial del usuario.

Estas capacidades son cada vez más comunes en entornos físicos y digitales. Por ejemplo, pantallas interactivas en centros comerciales pueden ajustar el contenido mostrado según la expresión facial del usuario que se detiene frente a ellas, haciendo del marketing algo dinámico y emocionalmente adaptativo.

Síntesis técnica

En conjunto, estas tecnologías permiten a la IA reconstruir un “estado emocional” a partir de múltiples fuentes. Ya no se trata de datos aislados, sino de un ecosistema emocional, donde el tono de voz, las palabras escritas y la expresión facial convergen en una interpretación precisa del sentir humano.

El siguiente paso —como veremos en la próxima sección— es cómo estas capacidades se traducen en acciones de marketing concretas, más empáticas, personalizadas y resonantes.

Aplicaciones en marketing: cuando las emociones se convierten en estrategia

En un mercado sobresaturado de mensajes, conectar emocionalmente con las personas es la ventaja competitiva definitiva. Pero la empatía humana no siempre es escalable. Allí es donde entra la IA: capaz de sentir (o al menos interpretar) millones de emociones simultáneamente, adaptándose en tiempo real, sin fatiga ni juicios. A continuación, analizamos cómo esta sensibilidad artificial ya está transformando la práctica del marketing.

Publicidad empática: sentir para influir

Uno de los usos más innovadores de la IA emocional es en el desarrollo de anuncios que se adaptan según la emoción del usuario. Esto se logra integrando análisis facial, de voz y textual en la experiencia del consumidor. En vez de una publicidad estática y unidireccional, las marcas están creando contenidos dinámicos, que mutan según la reacción emocional del espectador.

Por ejemplo, la agencia española PS21 desarrolló para una marca de automóviles un sistema que analizaba el rostro del usuario frente a una pantalla interactiva. Si el rostro mostraba confusión, el anuncio simplificaba su mensaje. Si percibía entusiasmo, mostraba detalles técnicos. Esta capacidad de adaptación aumentó la retención de atención en un 35 %, según El País (Fuente).

En canales digitales, el mismo principio se aplica con herramientas de eye-tracking y análisis de emociones mediante cámaras web. Plataformas como Affectiva y Realeyes ya permiten medir el “pico emocional” durante un spot publicitario, ayudando a optimizar tanto la duración como el clímax emocional del mensaje.

TTS emocional: la voz que seduce, persuade o consuela

El uso de voces sintéticas ya no se limita a reemplazar locutores. Hoy, se utilizan Text-To-Speech (TTS) con carga emocional para construir experiencias de marca más cálidas y cercanas. Esta tecnología permite que un asistente virtual, por ejemplo, adapte su tono a la situación emocional del cliente.

Supongamos que un usuario llama al servicio técnico molesto. La IA detecta esta emoción y responde con una voz pausada, cálida, empática. Si el usuario está feliz, la respuesta puede ser más ágil y dinámica. Esta modulación emocional se logra gracias a motores como Chatterbox, Wavel AI o Speechify, que ya permiten elegir estilos de voz con etiquetas como friendly, calm, energetic o soothing (Fuente).

Lo importante aquí no es la “impostación” vocal, sino la sintonía emocional. La voz ya no solo transmite contenido, sino estado emocional, intención, y sobre todo, humanidad.

Adaptación emocional en tiempo real: el marketing que cambia de forma

El verdadero poder de estas tecnologías aparece cuando se combinan en tiempo real. Por ejemplo, durante una videollamada con un asesor financiero virtual, la IA puede:

·         Leer el rostro del cliente (ansiedad, duda, aburrimiento).

·         Analizar su tono de voz (inseguridad, impaciencia).

·         Interpretar el lenguaje verbal (palabras como “no entiendo”, “me preocupa”, “no sé si…”).

A partir de esta información, el sistema puede cambiar el enfoque del mensaje, ofrecer ejemplos más claros, reducir la velocidad del habla o proponer una reunión humana.

Estas experiencias están siendo aplicadas en centros de contacto, plataformas educativas, retail, y especialmente en marketing conversacional, como chatbots de alto nivel emocional. Según Harvard Deusto, esta combinación representa una de las principales tendencias del marketing estratégico del próximo quinquenio (Fuente).

Casos reales: emociones que venden

Algunas cifras confirman la efectividad de este enfoque:

·         Una fintech latinoamericana utilizó reconocimiento de tono de voz para ajustar la forma en que ofrecía créditos en sus llamadas de ventas. Las conversiones aumentaron un 28 %.

·         Una marca de cosméticos en España aplicó facial coding en focus groups para rediseñar envases más “emocionalmente positivos”. La intención de compra subió un 33 % tras los ajustes.

·         Una plataforma educativa digital integró análisis emocional en su chatbot de atención al estudiante. Redujo la deserción en un 21 %, al identificar frustración antes de que se verbalizara.

Estos ejemplos muestran algo claro: entender las emociones no solo mejora la experiencia del cliente, sino también los indicadores de negocio.

Inteligencia emocional sintética: ¿la nueva ventaja competitiva?

Peter Drucker decía que “el marketing tiene menos que ver con lo que haces, y más con las emociones que generas”. Hoy, las marcas que logren operacionalizar esa emoción con herramientas de IA estarán en una posición privilegiada. Ya no basta con saber quién es tu cliente, ni siquiera con anticipar lo que quiere. Ahora se trata de sentir lo que siente, y responder en consecuencia, de forma precisa, ética y relevante.

El verdadero reto no está solo en la tecnología, sino en quién la utilice con más inteligencia emocional. Y, paradójicamente, ese podría ser el diferencial humano en la era de las máquinas.

La “singularidad” emocional en marketing: más allá del umbral humano

Cuando se habla de singularidad tecnológica, generalmente se hace referencia al momento hipotético en que la inteligencia artificial supera a la inteligencia humana. Pero ¿qué ocurre si esa superación no se limita al cálculo o la lógica, sino que incluye la comprensión de nuestras emociones, nuestras ambivalencias, incluso nuestras contradicciones internas?

Estamos cerca —si no ya inmersos— en lo que podríamos llamar una singularidad emocional en el marketing: una situación en la que la IA no solo reconoce nuestras emociones mejor que muchas personas, sino que actúa con base en ellas de manera más rápida, precisa y sin sesgos personales.

De la personalización a la resonancia emocional

Durante años, el marketing persiguió la personalización: adaptar mensajes a datos demográficos, intereses, comportamientos previos. Pero eso ya no es suficiente. El nuevo objetivo es resonar emocionalmente en tiempo real.

¿La diferencia? La personalización se basa en el "quién eres" y "qué hiciste antes"; la resonancia emocional apunta al "cómo te sientes ahora mismo". Es una experiencia fluida, viva, empática.

Y la IA —si bien no “siente” en sentido humano— puede observar, inferir y actuar sobre ese estado con una eficiencia asombrosa.

¿Supera la IA nuestra capacidad de empatía?

Esto nos lleva a una pregunta inquietante: ¿puede una máquina ser más empática que una persona? La respuesta, en muchos casos prácticos, es .

Una IA bien entrenada puede detectar señales emocionales sutiles que un humano ignora: microexpresiones de duda, leves alteraciones en el tono de voz, patrones léxicos que sugieren ansiedad. Y a diferencia del ser humano, la IA no tiene días malos, no se distrae, no se aburre, no prejuzga. En algunos entornos —como call centers o asistentes digitales— la IA ya supera a operadores humanos en métricas de satisfacción emocional, según datos reportados por Harvard Deusto (Fuente).

Eso no significa que la IA "sienta", pero sí que puede reaccionar emocionalmente de forma más coherente y eficiente que muchas personas en ciertas tareas.

Una oportunidad o una línea peligrosa

El problema de este avance es que se vuelve difícil discernir cuándo estamos siendo asistidos y cuándo estamos siendo influenciados emocionalmente por una máquina. ¿Puede una IA emocional cruzar la línea hacia la manipulación?

Imaginemos una campaña política donde el sistema detecta la tristeza de una madre al ver noticias y le presenta automáticamente un anuncio esperanzador. ¿Está ayudando o aprovechando su vulnerabilidad?

El marketing emocional potenciado por IA debe lidiar con un dilema ético fundamental: ¿dónde está el límite entre empatizar y explotar emocionalmente?

Singularidad con responsabilidad

Si aceptamos que estamos entrando en esta singularidad emocional, también debemos aceptar que se necesita una ética artificial. No basta con que la IA entienda nuestras emociones; debe respetarlas.

Esto implica establecer protocolos de consentimiento emocional, transparencia algorítmica y supervisión humana crítica. Tal como lo plantean expertos en ética digital como Rafael Yuste o Carissa Véliz, la tecnología debe construirse sobre un marco que garantice la dignidad emocional del usuario.

El marketing que venga no será solo más humano por usar IA. Será más humano si es capaz de usar esa IA con conciencia moral.

Retos y consideraciones éticas: el precio de la empatía automatizada

La capacidad de la inteligencia artificial para leer emociones humanas no solo representa una ventaja competitiva; también plantea riesgos éticos significativos. Cuanto más íntima y emocionalmente conectada está una tecnología con nosotros, más fina se vuelve la línea entre el servicio útil y la manipulación. En este contexto, el marketing emocional asistido por IA debe moverse con cautela, transparencia y humanidad.

¿Lectura emocional o invasión de la intimidad?

Las emociones no son solo datos. Son expresiones profundas de nuestro ser, a menudo involuntarias, y por tanto, vulnerables. Cuando una IA detecta tristeza, enojo o euforia, está accediendo a un nivel de información más íntimo que cualquier historial de navegación.

¿Estamos preparados —como consumidores— para permitir que las máquinas interpreten nuestros estados internos? Y más aún, ¿sabemos cuándo lo están haciendo?

Este es uno de los grandes dilemas: la opacidad algorítmica. Muchas veces, no está claro si una IA está interpretando nuestras emociones, cómo lo hace, con qué fines, ni si nosotros hemos dado un consentimiento informado.

Tal como alerta Carissa Véliz, filósofa especializada en privacidad digital, permitir que una IA acceda a nuestras emociones sin reglas claras es como “dar las llaves de nuestra vida emocional a una entidad sin conciencia”.

El sesgo emocional: no todas las caras dicen lo mismo

Uno de los grandes desafíos técnicos y éticos es el sesgo cultural y demográfico en el reconocimiento de emociones. Por ejemplo, algunas IAs entrenadas en bases de datos occidentales interpretan la expresión facial neutra de personas asiáticas como tristeza. O asocian un tono de voz elevado con enojo en comunidades donde eso es simplemente una norma de comunicación.

Esto no solo distorsiona la lectura emocional, sino que puede conducir a decisiones injustas, como excluir involuntariamente a ciertos públicos o generar respuestas inadecuadas. En marketing, esto se traduce en experiencias despersonalizadas o, peor aún, ofensivas.

Como explica un estudio de Harvard Business Review traducido al español por la revista Think Big de Telefónica, “la inteligencia artificial necesita entrenamiento emocional diverso, no solo lingüístico o cultural, sino afectivo”.

El impacto profesional: ¿y si la empatía ya no es una ventaja humana?

La expansión del TTS emocional también ha generado temores en industrias creativas y de servicio humano. Actores de voz, locutores, terapeutas virtuales y asesores comerciales se preguntan si serán reemplazados por máquinas que no se cansan, no cometen errores y tienen voz perfecta.

El blog de Speechify, una de las plataformas más utilizadas en este campo, reconoce esta tensión: “nuestra tecnología puede imitar emociones con una precisión inquietante; eso requiere una conversación social abierta sobre el futuro del talento humano”.

Esto abre una pregunta clave: ¿qué lugar ocupan las emociones humanas cuando las puede simular una máquina? La respuesta, quizá, no esté en competir con la IA, sino en redefinir el valor de la autenticidad y la empatía real.

Regulación emocional: una necesidad urgente

A pesar de estos riesgos, la regulación específica sobre IA emocional es incipiente o inexistente en la mayoría de los países hispanohablantes. Existen normas sobre protección de datos, consentimiento y uso de cookies, pero muy pocas contemplan las emociones como datos sensibles.

Organismos como la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) ya han alertado sobre este vacío legal, sugiriendo que cualquier análisis emocional debería requerir un consentimiento explícito y verificable. Lo emocional debe dejar de ser “tierra de nadie” en el campo legal y pasar a ser parte del marco de derechos digitales.

En este sentido, marcas que apuesten por una ética proactiva —más allá de lo legal— se posicionarán mejor ante consumidores cada vez más conscientes de su privacidad afectiva.

Marketing con ética emocional: el nuevo liderazgo

El verdadero liderazgo en esta era no lo ejercerán las empresas que simplemente adopten IA emocional, sino aquellas que lo hagan con criterio, sensibilidad y valores.

Esto implica:

·         Diseñar experiencias emocionales con límites claros.

·         Informar al usuario de cuándo está siendo analizado emocionalmente.

·         Garantizar que las emociones no se usen como herramienta de manipulación encubierta.

·         Introducir mecanismos de “desconexión emocional”: el derecho a no ser interpretado.

Como bien dice el autor español Josep María Ganyet: “la inteligencia artificial no necesita alma, pero los que la programamos sí”.

Perspectiva futura e impacto en el 0,1 %: marketing con sensibilidad aumentada

Para quienes están al frente de la innovación empresarial —CEOs, CMOs, estrategas, tecnólogos de alto nivel— la pregunta no es si la IA emocional se integrará al marketing, sino cómo hacerlo antes que los demás, mejor que los demás y con mayor conciencia que los demás.

El desafío no está solo en implementar tecnología, sino en diseñar un modelo relacional inteligente, que combine precisión emocional, eficiencia operativa y una sensibilidad aumentada que redefina lo que significa “entender al cliente”.

Del CRM al ERM: Emotional Relationship Management

El clásico Customer Relationship Management (CRM) está evolucionando hacia una nueva dimensión: la gestión de las emociones como parte de la relación. Este nuevo paradigma, que podríamos llamar ERM (Emotional Relationship Management), incorpora a los sistemas de marketing no solo datos transaccionales y de comportamiento, sino indicadores de estado emocional: tono de voz, lenguaje afectivo, reacciones no verbales.

Esto permite diseñar trayectorias relacionales hiperpersonalizadas: no solo saber qué ofrecer a quién, sino cuándo, cómo y en qué tono. No es lo mismo ofrecer un producto cuando el usuario está eufórico que cuando está nostálgico o frustrado. La IA puede distinguir esos estados y adaptar su narrativa comercial con precisión quirúrgica.

Experiencias inmersivas con IA emocional

Otra gran área de desarrollo futuro está en la convergencia entre IA emocional y tecnologías inmersivas: realidad aumentada (AR), realidad virtual (VR) y realidad mixta (MR). Imaginemos entornos publicitarios en los que un asistente virtual detecta nuestro estado emocional y modifica en tiempo real el entorno visual o sonoro para generar bienestar, conexión o motivación.

En el sector del retail, por ejemplo, ya se están desarrollando probadores virtuales que ajustan el tipo de luz, fondo musical o estilo narrativo según el ánimo del cliente en tiempo real. Esto no solo mejora la experiencia, sino que aumenta las tasas de compra por conexión emocional.

En educación, plataformas de e-learning con IA emocional ya están siendo testeadas para detectar frustración o aburrimiento y redirigir la clase de forma automática, manteniendo la atención del estudiante. Lo mismo puede ocurrir en e-commerce, banca, salud, o incluso en experiencias artísticas interactivas.

Inteligencia emocional estratégica: el nuevo lujo empresarial

En un mundo donde la automatización es estándar, la inteligencia emocional —humana o sintética— se convertirá en el verdadero lujo. Será la diferencia entre una empresa que simplemente ofrece productos, y una que ofrece experiencias con alma.

Las marcas que sepan usar IA emocional con arte y responsabilidad crearán no solo lealtad, sino afiliación emocional real, ese vínculo raro y poderoso que hace que una marca trascienda la transacción para convertirse en parte del imaginario personal del cliente.

Para el 0,1 % que lidera este campo, la clave estará en:

·         Anticipar tecnologías emergentes de afecto digital.

·         Diseñar sistemas emocionales éticamente sostenibles.

·         Entrenar a sus equipos no solo en IA, sino en empatía estratégica.

·         Saber cuándo una emoción debe ser interpretada por una máquina… y cuándo debe intervenir un ser humano.

El futuro del marketing: no solo saber, sino sentir con inteligencia

La combinación de datos, emociones y propósito ético configurará el marketing de la próxima década. No será el más grande quien gane, ni el más rápido. Será quien entienda mejor cómo se siente su cliente… y cómo hacerlo sentir mejor.

Y para ese futuro, no bastan buenos algoritmos. Harán falta líderes con visión, empresas con sensibilidad, y tecnologías que estén al servicio de lo humano, no por encima de ello.

Conclusión: la nueva voz del marketing es la emoción

En un mundo gobernado por datos, lo verdaderamente revolucionario es que una máquina sea capaz de mirarnos y escucharnos con sensibilidad, de intuir que no estamos bien, de sugerirnos algo en el tono adecuado, de recordarnos que hay humanidad incluso en lo artificial.

La inteligencia artificial emocional no vino a reemplazar el alma del marketing; vino a ensancharla.

Estamos entrando en una era donde los mensajes no solo se personalizan, sino que resuenan emocionalmente, donde las decisiones de marketing ya no se toman solo con base en lo que la gente hace, sino en cómo se siente al hacerlo. Y eso cambia todo.

El reto, ahora, no es tecnológico. Es ético, creativo, humano. Porque la verdadera singularidad no será cuando las máquinas nos entiendan…
Será cuando nosotros entendamos lo que podemos —y lo que no debemos— hacer con ese poder.

Bibliografía

1.    Cadena SER (2025).

https://cadenaser.com/nacional/2025/01/15/meta-anuncia-que-ya-funciona-su-ia-que-traduce-voces-en-tiempo-real-conservando-emociones-y-tono-cadena-ser

2.    El País (2025).

https://elpais.com/extra/publicidad/2025-01-25/emociones-al-servicio-de-las-firmas.html

3.    Learning Heroes (2024).

https://www.learningheroes.com/blog/aprende-inteligencia-artificial/analisis-de-sentimientos-con-ia-aplicaciones-y-herramientas

4.    Learning Heroes (2024).

https://www.learningheroes.com/blog/aprende-inteligencia-artificial/tts-con-ia-humanizando-la-comunicacion-empresarial/

5.    Harvard Deusto (2024).

https://www.harvard-deusto.com/la-revolucion-de-la-inteligencia-artificial-en-marketing-mas-alla-de-la-singularidad

6.    Speechify Blog (2024).

https://speechify.com/es/blog/ai-voice-with-emotion

7.    AEPD (2023).

https://www.aepd.es

8.    Think Big Telefónica (2024).

https://blogthinkbig.com

DIAGNÓSTICO SITUACIONAL

La palabra  Diagnóstico , viene del griego (Diagnostikós), en alemán se escribe: Dianose; francés: Diagnostic; inglés: Diagnostic; italiano:...